Nuestros gatos pueden sufrir infecciones causadas por hongos, bacterias o virus, algunas de considerable gravedad. Las infecciones víricas provocan conjuntivitis, inflamación y enrojecimiento de la membrana del ojo, mientras que las bacterianas suelen venir acompañadas de fiebre, irritación y secreciones nasales. Cuando la causa es un hongo, podemos observar otros síntomas, como ceguera periférica, pupilas insensibles a la luz y ojos dilatados.
Además de todos estos síntomas, en caso de infección nuestro gato puede tener secreciones en el ojo y dolor, que se manifiesta con un exceso de lágrimas y una preferencia por lugares con poca luz.
Comprobar el color también es importante. Un cambio en su color habitual puede indicarnos que nuestro gato sufre melanoma, mientras que un ojo amarillento es síntoma de ictericia.
Las nubes en el ojo pueden indicar muchas cosas, desde cataratas hasta glaucoma. Si vemos que nuestro gato tiene algún tipo de nube, hay que acudir al veterinario para que determine su causa y nos aconseje la mejor actuación.
Los cambios en las pupilas también pueden ser indicativos de problemas. Si la pupila no responde a los cambios de luz, puede ser un síntoma de glaucoma, mientras que si se mantiene cerrada puede ser indicativa de una inflamación en el interior del ojo.
El aspecto general de ojo también nos puede dar pistas sobre el problema. Por ejemplo, un ojo abultado puede ser síntoma de glaucoma o de un tumor, mientras que si nuestro gato tiene los ojos hundidos, puede que esté sufriendo una deshidratación.