La mayoría de las veces los gatos no mostraran síntoma alguno cuando son portadores de la bacteria del estreptococo, aunque en ocasiones sí que desarrollan una cierta neumonía. Sus dolencias son similares a las que pueden tener los seres humanos (toses, dificultades sal respirar, fiebre alta) por lo que al menor indicio de que nuestro gato puede estar contagiado debemos acudir al veterinario. Esta enfermedad es especialmente difícil de diagnosticar a simple vista en casa porque sus síntomas son muy similares a los de un catarro normal. Normalmente el tratamiento es muy sencillo y completamente satisfactorio.
El problema sin embargo viene cuando esta bacteria pasa de los gatos a los seres humanos, afectando a la faringe, amígdalas y laringe. Los síntomas serán muy similares a los del gato, con fiebre e intenso dolor de garganta, y se suele combatir con antibióticos y analgésicos para eliminar el dolor. Sin embargo hay que dejar bien claro que esta enfermedad no puede ser diagnosticada sin un cultivo profesional sobre la misma, por lo que la asistencia médica será absolutamente fundamental para su diagnosis y posterior tratamiento.
Evitar este contagio será posible intentando que los niños no se acerquen a los gatos cuando veamos que tienen algún síntoma de los antes mencionados. No obstante hay que recalcar la poca gravedad en casi todos los casos de esta enfermedad.