Por eso debemos habituarlo poco a poco a los posibles cambios que producirá la llegada del bebé, por ejemplo: poner cintas con llantos durante un rato cada día, ya que muchos gatos suelen asustarse con este ruido, restringir unos meses antes la entrada a la habitación del bebé si no queremos que el gato se acueste en la cuna…
Una vez que el niño/a esté en casa y empieze a querer jugar con nuestro gato deberemos vigilar, ya que los bebés lo pueden tratar como un juguete poniéndolo nervioso y pueden provocar algun incidente indeseado.