Este “detalle” en el Manx se debe a las variadas cruzas que se hicieron en Estados Unidos para adquirir una raza específica, durante la década del 60. Si bien es un gato conocido por su longevidad, también es preciso saber que existe una alta tasa de mortalidad del Manx cuando es cachorro. Esto es debido a las dificultades en el desarrollo de la columna vertebral (lo que causa su falta de cola).
Entonces, aquellos Manx que sobreviven las primeras semanas de vida, se convertirán en gatos sanos y fuertes, casi sin complicaciones posteriores. La cría es bastante difícil para la raza. Si se cruzan dos ejemplares que no tienen rabo, el resultado es una camada que muere antes del parto o muy poco después de nacer. Por ello, los ejemplares sin rabo se deben cruzar con gatos que si estén provistos de él.
En los cruces entre diferentes Manx hay un gran riesgo de que se forme un gen mortal, lo que trae como consecuencia animales con malformaciones irreversibles y muy graves. Los expertos aconsejan cruzar al Manx con el American Shorthair o similar (con cola).
Una vez que el Manx pasó la etapa de juventud es muy saludable y no requerirá de atenciones médicas especiales debido a su condición en la columna vertebral. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que cuando llega a la vejez esto le puede acarrear ciertos problemas para movilizarse, subir a la cama, levantarse de su almohadón, etc. Algunos veterinarios indican a los dueños ciertos tratamientos para aliviar sus dolores.