Primero, antes de aceptar piensa detenidamente qué tipo de vida le puede proporcionar a ese perro. Si crees que no tendrás tiempo suficiente para sacarlo a pasear, si tu piso nos e adapta a sus características físicas porque es demasiado pequeño, si tienes miedo de que te estropee alguno de tus muebles de diseño o si, sencillamente, esta raza no se adapta bien a tu lugar de residencia (demasiado frio o demasiado calor, por ejemplo) seguramente debas rehusar ese ofrecimiento. Pero si has respondido adecuadamente a todas las preguntas de arriba tienes que hacerte aun algunas más.
Tendrás que calcular, más o menos, el tamaño total que alcanzará el perro cuando sea adulto. Esto, que es muy sencillo en perros de raza, a veces resulta complicado en animales mestizos, y debe de calcularse “a ojo” mirando a los padres. En ello te podrá ayudar un veterinario, que siempre será tu mejor apoyo (y tu consulta obligada) en todo este proceso. Toma la decisión sabiendo cómo será el animal en su tamaño adulto, porque un perro grande en un espacio pequeño será perjudicial para la salud de ambos.
A continuación debes de saber si el cachorro está dado de alta y si está completamente desparasitado. Además tienes que realizarle una serie de vacunas periódicas para asegurar su salud.