Un perro ayuda a elevar la autoconfianza, elimina la soledad, hace más responsables de sus actos a cierto tipo de personas y, sobre todo, aumenta el bienestar general, algo muy importante en pacientes de ciertas enfermedades y, en general, en personas afectadas por algún mal.
Son bien conocidas las ayudas que los perros pueden hacer a las personas invidentes, de tal forma que los perros lazarillos se han convertido en un elemento fundamental del paisaje urbano en muchas ciudades. Pero los perros también resultan muy útiles como elementos para aumentar el ánimo de niños con enfermedades graves, y su eficacia ha sido comprobada igualmente como compañía (y aumento de la sensación de seguridad) en mujeres víctimas de agresiones sexuales.
También los perros están siendo utilizados en diversos países escandinavos como un elemento fundamental en las terapias con personas de la tercera edad, dado que las ayudan a mantener su ejercicio mental diario y a tener una disciplina y rutina de gestos, De igual forma los perros están siendo utilizados en diversas terapias para prevenir el avance del alzheimer en enfermos donde este mal aun no está muy avanzado.
Por último los perros vienen siendo utilizados en Estados unidos desde hace años como elementos de apoyo para los menores de edad en juicios por malos tratos, maltrato doméstico o divorcios conflictivos de los progenitores. Efectivamente, está demostrado que los más pequeños hablan de forma más natural y menos traumática si tienen junto a ellos a un perro con el que jugar y al que acariciar. Este tipo de sistemas está siendo progresivamente implantado en países europeos.